Cuando los McCallister se fueron de vacaciones se olvidaron de un pequeño detalle: su hijo Kevin. Cuando el pequeño Kevin se encuentra solo en casa, empieza a divertirse de verdad. Por fin puede ver los programas para mayores y comer las "porquerías" que siempre le prohíben. Hace la compra, la comida y hasta pone la lavadora. La diversión es aún mayor cuando una pareja de ladrones pretende robar en su casa. Decidido a defenderla "a toda costa", Kevin utiliza todo tipo de artimañas llenas de ingenio, y a cual más divertida, para disuadir a los intrusos. El plan de los perversos ladrones era bueno, pero no contaban con Kevin...
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