Cada escena de esta película me cautivó. El reparto, la atmósfera, el diseño visual y sonoro, la música y, por supuesto, el simbolismo de todo ello. Demi Moore y Margaret Qualley no podrían haber sido elegidas de manera más perfecta para las protagonistas. Su devoción al proceso y la confianza en su director me resultaron evidentes. Su vulnerabilidad logra esto y conduce a un sueño febril muy convincente. Todos los involucrados deberían estar realmente orgullosos de esta película. Para mí, es un futuro clásico de culto.
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