Victoria Santiesteban cumple 50 años y está a punto de celebrar su 25to. Aniversario de casada con Enrique Mendoza, cuando descubre que su más grande amor le esté siendo infiel desde hace dos años con una mujer 20 años más joven que ella llamada Tatiana. Esta noticia significa un duro golpe para Victoria quien decide anular cualquier celebración. Poco después debe enfrentar el ser abandonada por su marido, ya que Enrique decide irse a vivir con su amante. Victoria siente que su vida se hace pedazos, no se considera preparada para afrontar la vida sola, ella era una mujer que se había dedicado en cuerpo y alma a atender a su esposo y a sus tres hijos: Paula, de 22 años, Santiago, de 20, y Mariana, de 17.
Hasta ahora había llevado una vida apacible en su cómoda hacienda colonial, mansión que ha pertenecido a los Mendoza durante muchas generaciones. No sólo Victoria tiene que pasar por el dolor de ver a su marido irse con otra mujer, sino que además es señalada por sus hijas de no haber sido capaz de retener a Enrique a su lado y obligarlo de alguna forma a buscar en otra parte lo que no encontraba en ella. Su único apoyo es Santiago, su hijo varón, quien siempre ha tenido una relación muy tensa con su padre.
Dentro de todos estos sentimientos encontrados y sin ni siquiera imaginarlo, llega a la vida de Victoria un joven de 34 años de edad, Jerónimo, quien se enamora de ella y su lucha se convierte en demostrarle a Victoria que el tener 50 años no significa que la vida haya llegado a su final. Por el contrario, cualquier momento es válido para buscar la felicidad y la plenitud.
Sin quererlo, Victoria se va enamorando de este hombre maravilloso que desnuda su propia alma buscando la de ella. Al enterarse de lo que está sucediendo, Enrique decide retirarle por completo su apoyo económico y no devolvérselo hasta que no olvide esa absurda relación con el joven. Pero para Victoria no se trata de hacerlo por Jerónimo, sino por su propia dignidad. Es así como comienza a asumir su realidad y hacerse cargo de la responsabilidad de conllevar económicamente una casa, responsabilidad que nunca antes había tenido necesidad de asumir.
Victoria no sabe hacer nada, aparte de cocinar comidas gourmet y cómo disponer de una casa a la perfección. Aún así está dispuesta a dar el todo por el todo...
Victoria Santiesteban cumple 50 años y está a punto de celebrar su 25to. Aniversario de casada con Enrique Mendoza, cuando descubre que su más grande amor le esté siendo infiel desde hace dos años con una mujer 20 años más joven que ella llamada Tatiana. Esta noticia significa un duro golpe para Victoria quien decide anular cualquier celebración. Poco después debe enfrentar el ser abandonada por su marido, ya que Enrique decide irse a vivir con su amante. Victoria siente que su vida se hace pedazos, no se considera preparada para afrontar la vida sola, ella era una mujer que se había dedicado en cuerpo y alma a atender a su esposo y a sus tres hijos: Paula, de 22 años, Santiago, de 20, y Mariana, de 17.
Hasta ahora había llevado una vida apacible en su cómoda hacienda colonial, mansión que ha pertenecido a los Mendoza durante muchas generaciones. No sólo Victoria tiene que pasar por el dolor de ver a su marido irse con otra mujer, sino que además es señalada por sus hijas de no haber sido capaz de retener a Enrique a su lado y obligarlo de alguna forma a buscar en otra parte lo que no encontraba en ella. Su único apoyo es Santiago, su hijo varón, quien siempre ha tenido una relación muy tensa con su padre.
Dentro de todos estos sentimientos encontrados y sin ni siquiera imaginarlo, llega a la vida de Victoria un joven de 34 años de edad, Jerónimo, quien se enamora de ella y su lucha se convierte en demostrarle a Victoria que el tener 50 años no significa que la vida haya llegado a su final. Por el contrario, cualquier momento es válido para buscar la felicidad y la plenitud.
Sin quererlo, Victoria se va enamorando de este hombre maravilloso que desnuda su propia alma buscando la de ella. Al enterarse de lo que está sucediendo, Enrique decide retirarle por completo su apoyo económico y no devolvérselo hasta que no olvide esa absurda relación con el joven. Pero para Victoria no se trata de hacerlo por Jerónimo, sino por su propia dignidad. Es así como comienza a asumir su realidad y hacerse cargo de la responsabilidad de conllevar económicamente una casa, responsabilidad que nunca antes había tenido necesidad de asumir.
Victoria no sabe hacer nada, aparte de cocinar comidas gourmet y cómo disponer de una casa a la perfección. Aún así está dispuesta a dar el todo por el todo...
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