The Punisher: Crítica de la primera temporada
La colaboración entre Marvel y Netflix comenzó con el pie derecho a través de la excepcional primera temporada de Daredevil. Las últimas series estrenadas por el servicio de streaming, Iron Fist y Los Defensores crearon dudas sobre la capacidad del servicio para entregar algo con el mismo patrón de calidad, o que tuviese al menos un resultado satisfactorio.
Tras haberse presentado en la segunda temporada de Daredevil con gran éxito, era más que obvio que el personaje que interpreta Jon Bernthal tendría su propia serie. Esto es algo que todos deseábamos. El problema era si esa serie sería capaz de aprovechar lo mejor del personaje o se encontraría con problemas, como fue el caso de Iron Fist o Los Defensores.
En esta ocasión podemos decir que no ha sido así. Esta primera temporada de The Punisher está a la altura de las primeras de Daredevil o Jessica Jones en cuanto a calidad y desarrollo. Incluso con un piloto que no destaca especialmente, los creadores han sido capaces de trasladar toda la furia, poder y profundidad de nuestro antihéroe a la pequeña pantalla.
En los primeros episodios de la serie nos presentan la transición entre la venganza que Frank Castle llevó a cabo en la segunda temporada de Daredevil y la presentación de los personajes que protagonizarán la trama principal. En ese espacio de tiempo descubrimos que Frank, tras haber terminado su venganza no ha encontrado la paz, sino apenas un vacío. Vive en el anonimato, trabajando básicamente derribando muros con su mandarria, liberando así toda la rabia que lleva en su interior, y guardando sus traumas para si. La forma de presentarnos su estado psicológico actual es brillante, encontrándose en una situación en la que desea pasar desapercibido, hasta que su rabia aflora nuevamente…
Jon Bernthal nos ofrece una de sus mejores actuaciones. El actor consigue consigue envolvernos con su brutalidad e insolencia. Es todo lo que The Punisher necesitaba ser y eso es lo que podemos observar hasta en su mirada, donde podemos sentir todo el dolor que alberga en su interior. Todo el arco militar y de los veteranos de guerra es tan genial como auténtico para la realidad americana y está muy bien conducido por Steve Lightfoot, quien ha aprovechado al máximo el potencial de Jon, principalmente en las escenas de acción, unas escenas donde destaca la presencia de grandes dosis de violencia, a menudo extremadamente gráfica, algo que no es casualidad, y que lleva una clara intención de incomodar, remitiéndose al discurso del control de armas, que también es tratado en la trama de la serie. Infelizmente cuando la serie no está enfocada en The Punisher es cuando flaquea un poco.
El arco de Dinah Madani (Amber Rose Revah) debería ser importante pero la actriz no termina de convencer del todo y se ha echado en falta esa carisma necesaria para que llegásemos a preocuparnos realmente por ella y lo que le rodea. El villano Billy Russo (Ben Barnes) continúa la línea de buenos villanos de Marvel en Netflix, aunque sea más bien una amenaza por la situación y no por la fuerza. Este hecho se da porque nadie consigue imponerse como Frank, si bien ambos nos brindan una de las mejores escenas de lucha vistas en las series de Marvel.
Otro de los peros que podría ponérsele es la densidad de la serie, que recomendaría ver paulatinamente y no realizar una maratón, para que no llegue a resultar pesada, pues hay ciertas partes que sobran en la trama o están desaprovechadas, algo que provoca que la serie pierda ritmo y quizás se extienda más de lo que debería. Podría haberse presentado en un formato de 10 episodios en lugar de los 13 habituales en las series de Marvel/Netflix. La primera temporada de The Punisher falla en algunos puntos, pero entretiene y nos deja con ganas de ver nuevamente la furia del personaje.