Crítica de El Exorcista: Creyente

Aquellos a quienes les gusta el cine de terror probablemente han visto, o al menos han oído hablar de "El Exorcista", película de 1973 dirigida por William Friedkin que se convirtió en un clásico del género. Cincuenta años después, el director David Gordon Green se ha arriesgado a estrenar "El Exorcista: Creyente", una especie de reinicio que inicia una nueva trilogía. Green ya había hecho esto con la saga de Halloween, pero esta vez falla al entregar una obra tibia que en nada se parece a la impactante película de la década de los 70s.

Para empezar, es importante decir que "El Exorcista" fue y siempre será una referencia en el cine de terror, precisamente por ser innovadora, valiente y audaz, y también por ofrecer una trama interesante con impactantes escenas, como aquella en la que la protagonista gira su cabeza 360 grados y vomita una sustancia repulsiva. En la película de 2023, sin embargo, no hay nada nuevo. Es una sucesión de escenas "más de lo mismo" que no atraen a quienes ya son fans de las películas de posesiones.

No es que la película sea mala, simplemente no tiene la fuerza para continuar la franquicia y demuestra que lo que es bueno no siempre necesita ser revisitado. Si no llevara el nombre "El Exorcista", "Creyente" podría ser una película agradable, pero debido a su pretensión, resulta ser olvidable.

En cuanto a la trama, seguimos a Victor Fielding, un hombre sencillo que perdió a su esposa en un terremoto en África y, por lo tanto, tuvo que cuidar solo de su hija Angela. Un día, ella y su amiga Katherine deciden aventurarse en el bosque para jugar a comunicarse con espíritus. Cualquiera sabe que esta idea no iba a terminar bien.

Como era de esperar, desaparecen y son encontradas tres días después, sin memoria de lo sucedido. Lo que debería ser motivo de alivio se convierte en una pesadilla cuando sus padres se dan cuenta de que están comportándose de manera extraña. A partir de ahí, se inicia una lucha para intentar liberar a las dos adolescentes del demonio que las posee. Aquí, la película acierta al utilizar el sincretismo religioso, incorporando a la trama a un sacerdote, un pastor, una representante de alguna religión de origen africano, una mujer devota y un ateo.

Alejándose del cliché del sacerdote con un rosario en la mano, "Creyente" muestra que cualquier fe puede ser capaz de destruir (o no) al demonio, pero se tambalea en las escenas siguientes al mostrar al grupo preparando el lugar para el doble exorcismo de Katherine y Angela. En este punto, el guion se vuelve banal y cae en lo ridículo, ofreciendo un clímax impresionante en pocos momentos.

En cuanto a la caracterización, que es una parte fundamental de una película de este género, la película se desempeña bastante bien. Las dos chicas poseídas aparecen cada vez más pálidas y débiles en cada escena, y sus heridas realmente parecen reales.

La presencia de Chris MacNeill (Ellen Burstyn) en la película es un regalo para los nostálgicos, ya que apareció en la película original como la madre de Regan, la icónica niña poseída, pero aunque los fans lo agradecerán, su aparición es poco relevante.

El resto del elenco es sólido y no hay actuaciones que destaquen sobre las demás, a excepción de las protagonistas Lidya Jewett y Olivia O'Neill, dos jóvenes talentos a tener en cuenta.

En resumen, "Creyente" no resucita la franquicia, porque simplemente nunca estuvo muerta. Es una pretensión pensar que un reinicio era necesario, pero Green lo hizo de todos modos. De hecho, acierta en las escenas de posesión y en la dosis de nostalgia, pero en realidad ofrece un terror promedio que no aporta nada nuevo. A pesar de tener el doble de posesiones, nos quedamos solo con la mitad de la diversión y sin muchas ganas de ver la siguiente entrega de esta nueva trilogía que preparan, cuya secuela está prevista para 2025.

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