Crítica de Ahora me ves 3 (2025): el truco sigue funcionando... mientras no se mira demasiado de cerca

Más de una década después de la primera película de Ahora me ves, la franquicia regresa con "Ahora me ves 3", un regreso que apuesta por la fórmula que la hizo famosa: carisma, ritmo y un absoluto desprecio por las leyes de la física y de la lógica. Y lo curioso es que, cuando la película se deja llevar por ese espíritu de “espectáculo por el espectáculo”, funciona mejor que nunca.

La dirección pasa a manos de Ruben Fleischer (Zombieland), que toma el relevo de Louis Leterrier y Jon M. Chu y se nota cómodo jugando con la cámara, los movimientos imposibles y un montaje que parece un truco de magia en sí mismo. El resultado es un filme vistoso, exagerado y plenamente consciente de que su misión no es ser creíble, sino entretenido.

Una saga que nunca se tomó en serio (y ahí está su encanto)

Desde 2013, las aventuras de Los Cuatro Jinetes —Danny Atlas (Jesse Eisenberg), Merritt McKinney (Woody Harrelson), Jack Wilder (Dave Franco) y Henley Reeves (Isla Fisher)— han vivido de engañar a la audiencia: trucos imposibles, giros explicados a posteriori y esa sensación constante de “esto es absurdo, pero me lo estoy pasando bien”.

"Ahora me ves 3" (Now You See Me: Now You Don't) mantiene intacto ese ADN. No intenta oscurecer la historia ni “ponerla seria” para ganar prestigio. No hay reflexión profunda sobre la naturaleza de la verdad ni del engaño, ni falta que le hace. Lo que ofrece es un gran parque de atracciones visual: luces, cartas, diamantes, hologramas y golpes imposibles que rozan lo caricaturesco.

En ese sentido, la película es honesta: sabe qué es y se comporta como tal.

Nuevos ilusionistas y una villana que roba la función

Uno de los mayores aciertos de esta tercera entrega es su villana. Rosamund Pike interpreta a Veronika Vanderberg, magnate sudafricana de los diamantes, con un acento muy marcado y un vestuario pensado para deslumbrar tanto como los trucos. Se nota que Pike se lo pasa bien: su Veronika es teatral, poderosa y lo suficientemente exagerada como para encajar en este universo donde todo es un show.

La dirección de vestuario, a cargo de Sophie Canale, convierte cada aparición de Veronika en un pequeño desfile: trajes que mezclan lujo, excentricidad y una cierta frialdad de depredadora financiera. Visualmente, cada escena con ella tiene un plus de “glamour de cómic”.

La película también introduce a una nueva generación de magos de la Gen Z:

Su entrada plantea una especie de relevo generacional: ¿quién ocupa el lugar de los Jinetes cuando estos parecen haber desaparecido del mapa? Smith y Sessa destacan con personajes que combinan inseguridades modernas con habilidades sorprendentes. Greenblatt, en cambio, queda algo desdibujada, más por culpa de un guion irregular que por falta de presencia.

Cuando el equipo original se reúne para robar un gigantesco diamante perteneciente a la familia de Veronika, la película vuelve a sus raíces: un clásico golpe de joyas, de esos en los que nada es lo que parece y el espectador sabe que le van a engañar… pero quiere ver cómo.

Eisenberg retoma a Danny Atlas con una seguridad renovada: menos nervio, más frialdad de maestro de ceremonias que ya ha visto todo. Harrelson, Fisher y Franco también regresan como si nunca se hubieran ido, cómodos en personajes que manejan casi en piloto automático, pero con chispa suficiente para sostener el espectáculo.

Cuando la magia se explica demasiado, deja de serlo

El gran problema de Ahora me ves 3 es su obsesión por explicarlo todo. El guion cae una y otra vez en diálogos que subrayan lo evidente, como si temiera que el público no estuviera prestando atención. Cada truco viene seguido de su “making of” verbal, y eso le resta misterio y ritmo.

En una película sobre magia, explicar está bien… hasta cierto punto. Aquí, esa necesidad de detallar cada giro termina por pinchar el globo del asombro. La trama se vuelve redundante en algunos tramos y da la sensación de que no confía en la inteligencia del espectador.

Lo paradójico es que, cuando Fleischer se olvida de esa didáctica excesiva y deja que la puesta en escena hable por sí sola, la película alcanza momentos realmente brillantes.

Escenas que justifican la entrada al cine

Hay una secuencia en particular que resume lo mejor que Ahora me ves 3 puede ofrecer: una casa convertida en una especie de sala de escape mágica, repleta de trampas, pasadizos y habitaciones que desafían la lógica.

Allí, la película se desata:

  • Combates en pasillos que recuerdan, salvando las distancias, a los giros gravitacionales de Origen.
  • Un plano-secuencia coreografiado en el que cada mago ejecuta su propia versión de un truco de cartas, encadenando movimientos con una fluidez casi musical.

En esos momentos, la cinta confía en la fuerza del cine como espectáculo visual puro, sin necesidad de explicaciones constantes. Y ahí es donde realmente recupera la magia que definió la saga desde el primer filme.

¿Hace falta que sea perfecta? No. Solo que sea divertida.

Ahora me ves 3 no es una película redonda, ni lo pretende. Tiene problemas de ritmo, un guion que a veces se pisa a sí mismo y personajes nuevos que merecían algo más de profundidad. Pero también tiene algo que muchas superproducciones han perdido: la voluntad de divertir sin complejos.

Entre diálogos ingeniosos, trucos absurdos, risas genuinas y un reparto que sabe perfectamente en qué tipo de película está, el resultado final es un entretenimiento más que digno.

Además, deja la puerta abierta a un cuarto filme, ya en desarrollo, que —si mantiene esta mezcla de espectáculo, humor y carisma— probablemente encuentre de nuevo a un público dispuesto a dejarse engañar una vez más.

Veredicto

Ahora me ves 3 (Now You See Me: Now You Don't) es un truco vistoso: ves los hilos, conoces el truco… y aun así aplaudes, porque el show está bien montado.

Nota: 6/10
No deslumbra, pero entretiene. Y, en una saga que siempre ha vivido del ilusionismo y el exceso, eso es más que suficiente.

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