Después de unas angustiosas horas de búsqueda, han encontrado el cadáver del capitán de la Guardia Civil, David Costa. Su cuerpo estaba en un pozo abandonado en el bosque. El asesino le cortó la cabeza y le arrancó el corazón, unas mutilaciones que no son desconocidas a los habitantes del pueblo. La leyenda negra de Calenda asegura que ésa es la forma ritual de matar de los hombres lobo. Todo el pueblo asiste al funeral del capitán Costa cuando Gerardo, el bedel del instituto, irrumpe en la iglesia gritando que la muerte de David es sólo la primera, que habrá más muertos y se derramará sangre inocente. Sara no puede creer lo que está ocurriendo, como tampoco entiende la actitud de sus vecinos, que parecen resignados ante lo que consideran una tragedia inevitable. Mientras tanto, Tomás ha descubierto algo sorprendente en una pintura de la iglesia: una piedra de sacrificio con un símbolo de luna, la misma piedra ritual que aparece en sus libros de leyendas. Está claro que esa piedra existió, no es una invención. ¿No tendrá algo de razón el bedel? Sara ha decidido quedarse a vivir en Calenda hasta que aclaren lo sucedido con su marido...
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