Capítulo 124 de la primera temporada de Dama y obrero
Julio Ulloa (Francisco Pérez-Bannen) es un muchacho que hasta ahora ha tenido muy poca suerte en su vida. Ha trabajado en cualquier cosa. Ha sido ayudante de carpintería, aprendió a componer vehículos en un taller mecánico, ha pintado murallas y ha cuidado casas cerradas en época invernal. Su polola, Mireya (Elisa Zulueta), es una joven de origen humilde que sólo ha sabido trabajar y ser emprendedora a pesar del accidente que tuvo y que la dejó postrada en una silla de ruedas. Por su parte, Ignacia Villavicencio (María Gracia Omegna) es una ingeniera que actualmente trabaja en la Constructora Omega y está a punto de casarse con Tomás Ahumada (César Sepúlveda), un arquitecto de profesión quien fue su profesor en la universidad y en la actualidad es el dueño de la Constructora Omega.
Hoy ambos profesionales encaran uno de los proyectos más ambiciosos e importante de su vida laboral: la construcción de una importante torre de oficinas. Y en lo personal se acerca rápidamente la fecha del matrimonio que han programado recientemente. Pero algo la impacienta. De pronto ha comenzado a verle sus defectos y constatar que la relación que mantienen es muy paternal. Poco a poco las cosas se irán convirtiendo en una pesadilla para Ignacia de la que no sabe cómo escapar aunque sus certezas crecen en la medida que no se siente enamorada.
Sobrepasada por sus labores de futura esposa, de novia y de profesional, Ignacia olvida pagar un importante seguro en una de las obras y Tomás, al percatarse del error, la confronta. La discusión sube de intensidad hasta que en el momento en que las cosas se descontrolan una mano masculina y ruda sostiene el brazo de Tomás paralizando el accionar de la pareja. Al levantar la vista Ignacia descubre a Julio. Un joven atractivo pero algo rudimentario y salvaje.
Tras el connato Ignacia parte rauda a la playa para reponerse de esta gran discusión. Y nuevamente por azar se encuentra con un rostro y unos ojos que le inspiran confianza. Es Julio. No se preguntan nada de sus vidas actuales, simplemente deciden disfrutar el momento. La atracción es mutua. Y sin que ellos mismos puedan evitarlo, al terminar la tarde de ese día los dos están tan enamorados el uno del otro.
El día de la inauguración de las obras un batallón de carpinteros, pintores y albañiles se despliegan en el terreno donde se levantará la construcción. Ignacia está ahí para darles la bienvenida. En medio de la presentación un par de ojos se clavan en ella. Una mirada que le resulta familiar y le paraliza el corazón. Entre los obreros está Julio, pala en mano y casco en la cabeza.
Julio es otro obrero más. Un hombre que para ganarse unos pesos extra cuida casas en la playa. O a veces trabaja como jardinero, pintor o en un taller mecánico probando los autos que arreglan. Ignacia es la jefa, la adinera, la exitosa. La brecha entre ellos es enorme, insalvable, profunda. Pero la pasión es más fuerte y por más que ambos sepan, quieran e intenten no pueden estar separados.
El escándalo será enorme: entre los ricos y pobres. Entre la familia de Ignacia y la de Julio. Y mientras más se acercan el uno del otro, más motivos surgen para gritarles en la cara que un amor como ése es imposible...
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