Crítica de Un monstruo viene a verme
El catalán Juan Antonio Bayona, quien ya nos presentó El Orfanato (2007) y Lo Imposible (2012), firma la adaptación cinematográfica de "Un monstruo viene a verme", de Patrick Ness, relatándonos una historia desgarradora pero bella, con una narración exquisita y sutil, dibujada sobre una fina línea que juega con realidad y ficción de forma espectacular, permitiendo que el espectador sepa en todo momento a lo que está asistiendo.
Conor O'Malley (Lewis MacDougall) es un joven demasiado mayor para ser un niño y demasiado joven para ser un hombre. A sus 12 años está pasando por un momento crítico: su madre padece un cáncer terminal. La situación exige cambios, pues su madre ya no tiene fuerzas para cuidar de él, su padre ausente no puede acogerlo y su abuela, con quien probablemente tendrá que irse a vivir, no es para nada de su agrado. Por si fuera poco, su día a día en la escuela es una tortura en las manos de tres "valientes".
Cada vez más encerrado en su propio mundo imaginario, Conor empieza a sufrir horribles pesadillas, hasta que un monstruo viene a verle a través de la ventana de su habitación. Se trata de un árbol colosal que cobra vida y que promete contarle tres historias para luego esperar una cuarta por parte de Conor.
El drama fantástico puede recordarnos inicialmente a clásicos del género como Donde viven los monstruos (2009) o La historia interminable (1984), acerca de niños que enfrentan dramas durante su crecimiento con amigos imaginarios. Sin embargo, la adaptación se aproxima más a una película como El laberinto del Fauno (2006) de Guillermo del Toro. Lewis MacDougall encabeza un elenco en el que comienza a brillar a medida que avanza la película, apoyado por las grandes interpretaciones de Felicity Jones como la madre y sobre todo de Sigourney Weaver interpretando a la abuela.
Respecto a los efectos visuales, el diseño del árbol y los escenarios son impecables, con excelentes primeros planos donde se aprecia la calidad del trabajo realizado. Además, cuenta con una emotiva banda sonora que termina convirtiéndose en una pieza fundamental de esta bella y dolorosa historia. Un monstruo viene a verme es una película que invita a reflexionar, narrándonos una historia sobre la complejidad de la naturaleza humana y sus consecuencias, ensamblando cada fotograma a la perfección para relatarnos un tema tan complicado como el que nos ocupa, y todo presentado mediante la fusión del mundo real y un mundo de fantasía salpicado por acuarelas.
Es una película de esas que golpean la mente, un relato necesario, donde no hay buenos ni malos, donde radiografían el desgarrador proceso de pérdida y nos enseñan que el dolor reprimido debe ser liberado y los sentimientos de tristeza deben aflorar para poder superar las adversidades, y en el que nos veremos reflejados en ese niño asustado que lleva tiempo preparándose para un final que no desea que llegue.