Crítica de La posesión de Michael King: Buen terror de bajo presupuesto
No creer en algo no significa que no exista. Quien se mete con lo que desconoce puede terminar muy mal parado. "La posesión de Michael King" es una película de terror cuya historia se basa en esas ideas. A pesar de ser una producción que utiliza una fórmula que se ha repetido en otras producciones del mismo género, en general, es un film sorprendentemente decente.
Michael King (Shane Johnson) es un director de documentales que perdió a su esposa, Samantha (Cara Pifko). Ella era religiosa, mientras que él no lo es. Después de su muerte, Michael vive con su hija, Ellie (Ella Anderson) y su hermana. Michael, que no cree que exista nada después de la muerte, decide realizar un documental donde él es el protagonista, para demostrar que no existen ni Dios, ni el Diablo. Sin embargo, con el tiempo, percibe que puede que realmente sí exista algo...
Debido a que es la historia de un documentalista que se está filmando a si mismo, la película está protagonizada prácticamente por él solo. Shane Johnson, obviamente, está en escena en todo momento. Él consigue mantener el ritmo y hacerlo crecer a medida que avanza la película y conforme el personaje lo requiere.
Ella Anderson, que interpreta a la hija de Michael, no está excepcional, pero cumple de manera aceptable con su personaje, a pesar de su corta edad. La fórmula a la cual el guión recurre es muy común en muchas películas de terror estrenadas en el último par de años en Estados Unidos, la del padre que hará cualquier cosa para defender a su hija del mal. Es curioso percibir que esa idea se repite en varias producciones. El guión de esta película lo firma David Jung, que escribió la historia con Tedi Sarafian, uno de los responsables de la historia de "Terminator 3: La rebelión de las máquinas".
Lo sorprendente es que "La posesión de Michael King" es la primera película de David, y que además se ha encargado de las labores de escribir y dirigir, y a pesar de su inexperiencia, realiza un gran trabajo tanto en una función como en otra. Otro aspecto destacable del guión, incluso por tratarse de un "documental", son las explicaciones ofrecidas sobre las diversas posibilidades para ponerse en contacto con el lado oscuro. Un intento hasta cierto punto exitoso para aumentar el suspense en la película. Existe, entonces, un cierto equilibrio entre las escenas de suspense con las de terror, muy comunes últimamente en este género.
El maquillaje, otro de los aspectos necesarios en este tipo de películas, también contribuye a la transformación del personaje de Shane, y la banda sonora y el sonido también sirven para amplificar la sensación de desconcierto del protagonista. El ritmo del film también está muy llevado, gracias en parte a la edición realizada por Jake York, quien anteriormente había realizado el montaje de películas como The Shortcut (2009) y Home (2014).
La fotografía, como en prácticamente toda película de terror, que es generalmente oscura y casi homogénea, ha estado en manos de Phil Parment, uno de los trabajadores con más experiencia en esta producción, ya que había trabajado en películas como "6 Balas" (2012), "Juego de asesinos" (2011) y multitud de películas de bajo presupuesto, además de en series como "Cambiadas al nacer" o "Hollywood es como un patio de colegio".