Crítica de One Piece: Netflix rompe la maldición de los live-action de anime

Cuando se anunció el proyecto de adaptar el manga y anime One Piece a acción en vivo, era previsible que gran parte del público frunciera el ceño ante la producción. Se habían hecho muchas tentativas antes, incluso por parte de Netflix, y se podían contar con los dedos de una mano cuáles de esas adaptaciones se convirtieron en obras apreciables. Sin embargo, la obra de Eiichirō Oda, al menos sus primeros capítulos, es una historia que se conecta muy fácilmente con el público occidental, ya que el manga es una especie de aventura procedural que se combina bien con el lenguaje televisivo estadounidense.

Con este pensamiento, la adaptación de Netflix busca emular el espíritu aventurero de la tripulación del Sombrero de Paja al mismo tiempo que busca encontrar un lenguaje que se adapte a los medios y al público occidental que es el objetivo de la obra. En esto, los ocho episodios de One Piece encuentran un equilibrio entre lo caricaturesco y lo dramático, ya que el mundo de la serie (y del manga) está lleno de fantasías y locuras que son comunes en ese universo.

El episodio piloto de la serie comienza con ideas un poco más "realistas", presentando los elementos fantásticos y caricaturescos del universo de manera tranquila y cuidadosa. Al principio, parecía ser simplemente una serie sobre piratas que ya se había visto muchas veces en Hollywood, pero esta historia tiene un elemento que ninguna otra tiene: Monkey D. Luffy.

No es sorprendente que gran parte de la fuerza del fenómeno que es One Piece esté en su protagonista. Iñaki Godoy se entrega apasionadamente al papel de Luffy, sus gestos ingenuos llenos de anhelo y esperanza hacen que el personaje sea difícil que no te encante, el carisma de Luffy trasciende las páginas del manga y se convierte en un carisma universal tanto en producciones occidentales como orientales.

Además del protagonista, el mundo de la serie está lleno de personajes y elementos que se introducen de manera natural y con estilo. La producción se divierte presentando a los personajes de diferentes maneras, utilizando una especie de tarjeta de presentación para mostrar el nombre del personaje a través de carteles de "Se busca", lo cual es una idea ingeniosa. En cuanto a los personajes secundarios que viajan con Luffy, la tripulación del Going Merry tiene una química espectacular. Al principio, solo se unen a Luffy por conveniencia, pero cada miembro de la tripulación le entrega su lealtad al pirata de una forma u otra. La unión de los Sombreros de Paja es una relación extremadamente carismática que conecta al espectador con sus deseos y sueños, porque para Luffy y su tripulación, eso es de lo que trata la piratería: la libertad de perseguir sus sueños, sin importar si gobiernos corruptos, hombres-pez o piratas payaso se interponen en su camino.

Sin embargo, la serie no es perfecta. Estos defectos no se acercan a empañar la belleza de la serie, pero es importante señalarlos con la esperanza de que futuras temporadas aborden estos problemas. En ese sentido, la violencia en la serie fue una de las partes menos cautivadoras de ver. En un mundo donde las posibilidades son más caricaturescas y alejadas de lo realista, a veces no queda claro cuán grave es una herida en una batalla. Esto llevó a cierta confusión en algunas peleas, lo que requirió que la narrativa utilizara diálogos para explicar cuán grave estaba herido un personaje.

En resumen, One Piece es un espectáculo lleno de carisma, esperanza y aventura. Luffy y los Sombreros de Paja son un grupo de personajes que han conquistado a miles de fans en todo el mundo y que ahora se presentan en un nuevo formato que permite jugar con la narrativa mientras respeta el material original. Sin duda, la serie merece estar en la lista de las mejores adaptaciones de Netflix, carismática, tierna y aventurera.

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