Crítica de Lift: Un robo de primera clase
Lift: Un robo de primera clase, es la nueva comedia criminal de Netflix, donde el ladrón profesional Cyrus Whitaker (Kevin Hart) y su equipo son contratados por la inteligencia británica para robar 500 millones de dólares en barras de oro de un avión que va de Londres a Zúrich, evitando que la fortuna llegue a un grupo terrorista.
Es bien sabido que la escasez de originalidad e incluso el compromiso con el desarrollo de producciones de acción ha estado afectando las películas originales de Netflix de este género, y honestamente, dejó de sorprender hace bastante tiempo. Parece que la falta de ideas y la falta de iniciativa para entregar, al menos, un resultado divertido, incluso en el molde de una irritante monotonía que podría sostenerse al menos en las escenas de acción y con personajes carismáticos, ha alcanzado proporciones drásticas. "Lift: Un robo de primera clase", por otro lado, intenta llamar la atención con su numeroso elenco de actores y actrices bien solicitados y queridos por el público, pero no deja de lado la idea de negligencia por parte de la productora.
Partiendo de una premisa paupérrima de películas de robos elaborados y repletos de esquemas y explicaciones técnicas que el espectador menos experimentado, deslumbrado por este tipo de clichés, puede tragar sin cuestionar la procedencia del producto, "Lift: Un robo de primera clase" no utiliza lo genérico a su favor, ni siquiera reconoce su narrativa precaria lo suficiente como para desarrollar un humor ácido (hay lamentables intentos de reproducir la acidez del humor británico, dignos de causar vergüenza ajena) o crear situaciones genuinamente divertidas para sus muchos personajes carentes de carisma. Para ser justo, se puede extraer una discreta simpatía del protagonista Kevin Hart y de la agente federal interpretada por Gugu Mbatha-Raw, Abby, quienes realizan maniobras sorprendentes para establecer una buena química como pareja y superar el guion sin compromiso de Daniel Kunka (12 trampas), que simplemente se ocupa de arrojar personajes en exceso en la trama sin darles el mínimo desarrollo.
Perezoso y carente de originalidad, el guion parece desmotivar incluso al gran elenco de "Lift: Un robo de primera clase". Aunque intentan subvertir la mala escritura, Kevin Hart y Gugu Mbatha-Raw parecen no tener la energía para llevar adelante el trabajo, quedando claro que cargar con la película no era algo que los actores estuvieran ansiosos por hacer. Otros nombres en el reparto, como Vincent D'Onofrio, Úrsula Corberó, Sam Worthington e incluso la estrella Jean Reno, sufren debido al descompromiso de la película con sus personajes.
Con escenas de acción bastante coreografiadas pero entorpecidas por una edición nerviosa, llena de cortes sucesivos que dificultan la comprensión de lo que se está mostrando en pantalla, "Lift" sufre de una dirección poco inspirada del experimentado cineasta F. Gary Gray (Un ciudadano ejemplar), quien se mantiene en su zona de confort al dirigir, de manera dinámica y sin novedades, un gran robo seguido de un gran problema que culmina en un gran rescate.
"Lift: Un robo de primera clase" es otro reciclaje de la misma idea utilizada por Netflix para sus películas de acción, evidenciando la falta de compromiso del estudio con este género que necesita reinventarse con urgencia.