Crítica de Ant-Man, la adaptación cinematográfica del diminuto superhéroe de Marvel

Ant-Man es la nueva y arriesgada apuesta de Marvel Studios. Y digo arriesgada debido a que estamos hablando de un superhéroe menos conocido que Iron Man, Thor, Spider-man y compañía, y que llama mucho menos la atención del gran público.

El estudio ya se había aventurado anteriormente al adaptar otro cómic poco conocido como Guardianes de la Galaxia y la apuesta le salió redonda, llegando a recaudar a nivel mundial más de 774 millones de dólares contando con un presupuesto de 170, por lo que dieron luz verde para la llegada a la gran pantalla del diminuto superhéroe.

Marvel sabe muy bien lo que hace. Tanto con los Guardianes como con el resto de adaptaciones cinematográficas de sus personajes ejecuta a la perfección una equilibrada fórmula entre el humor y la acción que vuelve a utilizar con Ant-Man, y esa combinación ha vuelto a funcionar, probando una vez más que contando con un buen equipo creativo se puede hacer una gran película aunque el personaje principal no sea tan conocido.

Ant-Man aporta frescor al género, un género quizás ya un poco saturado de los superhéroes más tradicionales.

Ant-Man

Pese a no ser tener la repercusión de los Vengadores, Ant-Man no es un personaje cualquiera, ya que estaba presente en la fundación de Los Vengadores en la década de los 60, aunque quizás no ha contado con grandes títulos y no ha llegado a ser uno de los grandes de Marvel.

La película quizás perdió interés (sobre todo por parte de los fans) a raíz del abandono de Edgar Wright (Scott Pilgrim contra el Mundo) y la contratación de Peyton Reed, un director que hasta la fecha sólo había dirigido comedias, como Abajo el amor (2003), Separados (2006) y Di que si (2008), pero nunca se había puesto tras las cámaras para dirigir una gran producción de acción. Wright había discutido con el estudio sobre todo por no estar de acuerdo con la necesidad de integración de la película con el universo Marvel y la emotividad de la película.

Pese a los obstáculos encontrados por el camino, sorprendentemente, o quizás no tanto, esos dos aspectos han sido un gran acierto en Ant-Man, por lo que finalmente el estudio estaba acertado cuestionando a su director. Peyton Reed ha acertado con la estética de la película -la más inusual de las películas de Marvel-.

La naturaleza de los poderes con los que cuenta Ant-Man, la reducción de su tamaño, es explorada con calidad e invita a pasar más tiempo acompañando al héroe en sus incursiones en el mundo microscópico, presentándonos escenas de acción muy curiosas y novedosas.

En el apartado interpretativo, en líneas generales el reparto realiza un buen trabajo, aunque cabe mencionar la actuación de Paul Rudd, que está por encima del resto interpretando al protagonista Scott Lang, un ladrón que se ve envuelto en una disputa de poder que pone en riesgo la seguridad global.

En la película, el recién salido de la cárcel, Scott Lang debe ayudar al científico Hank Pym (Michael Douglas) a impedir que un hombre sin escrúpulos llamado Darren Cross (Corey Stoll) lleve a cabo sus planes... Pese a la amenaza planetaria, sin embargo, Ant-man se centra en los problemas personales de sus protagonistas, en una curiosa metáfora para los propios elementos superheroicos de la película, algo que la batalla final ensalza competentemente.

Hope Van Dyne (Evangeline Lilly) en Ant-Man

Algo que también cabe mencionar y que es de agradecer, son las menciones a otras películas de superhéroes del estudio, ya que no aparecen de manera forzada y añaden un punto positivo a la película. El hecho de que el nuevo héroe cuente con un mentor funciona a la perfección, así como los ganchos para próximas películas o nuevos poderes.

La forma de reflejar la acción y los conflictos de los personajes, una trama sin atropellar, un gran reparto y un buen humor convierten a Ant-Man en otra gran, aunque sin pretensiones, película de Marvel.

Para quien cree que Los Vengadores: La era de Ultrón era la mejor película de superhéroes, quizás Ant-Man le de una grata sorpresa. A veces no son necesarios tantos personajes, efectos especiales y batallas para entretener al espectador. O, como dice la conocida frase, menos -y en este caso literalmente- es más.

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